Europa. Lección 1
La llegada de Josep Borrell a la jefatura de la política exterior de la Unión Europea es una buena noticia para España. Con Luis de Guindos en el Banco Central, Borrell refuerza la presencia de nuestro país en las alturas de las instituciones de la Unión. Llega a un cargo de gran visibilidad, aunque no sea de los de mayor peso decisorio, y será también, si sigue la línea que le ha caracterizado hasta ahora, un firme valladar contra las pretensiones nacionalistas. De decidirse el Gobierno a plantar cara al nacionalismo en el exterior, podría resultar de inmensa utilidad.
La nueva responsabilidad de Borrell (para la que también contarán su arrogancia y su muy escasa paciencia) compensa un poco, aunque no del todo, el revés sufrido por Sánchez y sus aliados exliberales (los “Renew Europe”, a los que hay quien llama “renacentistas” o “renacidos”) en su afán por llevar a uno de los suyos, en este caso el socialdemócrata Frans Timmermans, al frente de la Comisión. Sánchez tampoco ha conseguido colocar a Nadia Calviño, que hace un año parecía destinada a los más altos laureles de la Unión. Y los socialistas se tienen que conformar con la mitad de la Presidencia del Parlamento que, eso sí, puede dar guerra a la nueva Comisión.
El resultado, menos favorable para España de lo que se nos intenta convencer, refleja la escasa experiencia de Sánchez en la Unión. Y eso a pesar de haber estado a punto de convertirse en una de sus nuevas estrellas por ser el único socialista vivo y gracias a los gestos amistosos de Macron. Al final, sin embargo –y con independencia de la siempre especial relación de los franceses con los alemanes- queda la realidad de la situación de los socialistas europeos, no particularmente brillante. Fue el Partido Popular Europeo el que ganó las últimas elecciones. Por si eso fuera poco, los socialistas necesitaban a los ex liberales para conseguir sus objetivos.
Liberales que han mejorado su posición, pero que no ganan elecciones en los países grandes, como demuestra Macron en Francia. En nuestro país, los socialistas sí ganaron las elecciones, pero con una victoria necesitada, para fructificar, de voluntad y temple negociador. Es lo que ha hecho el Partido Popular Europeo en Bruselas, y lo que Sánchez parece incapaz de hacer en su país. Puede ser su primera lección europea.
La Razón, 04-07-19