El experimento
Los Verdes alemanes fueron en su tiempo, como recordaba ayer La Razón, una organización revolucionaria, de las que aspiran a cambiar el mundo de arriba abajo. Hoy se han convertido en un partido de gobierno, y saben, y lo dicen, que su principal baza es la República Federal Alemana, y no una República soñada, un nuevo Weimar o un una nueva comuna ecologista, sino la República que existe, con sus instituciones, sus leyes, su pasado y su potencial.
Aquí, en nuestro país, seguimos el camino inverso. Si Dios no lo remedia, pronto vamos a vivir un experimento en el que una decena de partidos –de entre los cuales por lo menos cinco detestan España- van a unir sus fuerzas para intentar una transformación radical. La primera línea será económica, porque las dos principales formaciones de esta gran coalición a la española mantienen objetivos económicos reñidos con el progreso, la prosperidad y la creación de empleo. El PSOE lo ha demostrado sobradamente: en los dos periódicos en los que gobernó, entre 1982 y 1996 y entre 2004 y 2011 no fue capaz de crear un solo empleo neto: véase, a más abundamiento, el balance de la Andalucía o de la Extremadura socialistas. Unidas Podemos, por su parte, vive su peculiar sueño peronista. Sabemos lo que nos espera de la unión de ambos.
La otra línea del experimento será la cuestión territorial. Aquí vamos a asistir a la continuación del proceso de deconstrucción puesto en marcha por Rodríguez Zapatero, el alumbramiento definitivo de una nueva España en la que las nacionalidades florecerán al fin como naciones y el resto de las Comunidades Autónomas absorberán las energías que le queden al Estado central. Bien es verdad que nada de esto acabará con la unidad de España: seguimos en la Unión Europea y la Constitución es un freno infranqueable… Pero la degradación será cada vez mayor, como lo ha venido siendo desde hace más de diez años.
Habrá quien diga que nada de esto tiene por qué ocurrir. Entre los obstáculos externos y la evolución de los partidos sometidos a la responsabilidad de gobernar, veremos una evolución hacia el realismo. El experimento, en este caso, podría traer una sorpresa: lo más verosímil es que quien encabezara este giro fuera Unidas Podemos. Del PSOE no hay nada que esperar, como no sea que siga organizando gobiernos de concentración como el que tenemos a la vuelta de la esquina.
La Razón, 19-11-19