Fake escepticismo
Algo más del 60 por ciento de los españoles cree que Pablo Iglesias quiere un cambio de régimen. Lo que quiere decir que casi un 40 por ciento cree que no lo quiere. Si se quiere un ejemplo de la eficacia de los bulos, las postverdades y las fake news no hay mejor ejemplo que este. Aunque hay que reconocer que es un bulo, o una fake news, muy particular.
Y es que Iglesias no ha disimulado nunca lo que quiere. La última vez hace dos días, cuando en una reunión de su partido, ha llamado a los suyos a avanzar hacia una nueva República, que será realidad “mucho más pronto que tarde”. El 60 por ciento de los españoles, en consecuencia, no solo cree saber que Iglesias quiere “tumbar” la Monarquía parlamentaria y el régimen constitucional. De hecho, lo sabe positivamente porque el vicepresidente del gobierno no ha dejado nunca de decirlo, como también lo dicen y lo repiten los aliados separatistas y filoetarras que tampoco disimulan sus intenciones. Mientras, el 40 por ciento se muestra escéptico con las intenciones declaradas de Iglesias. O tal vez finja no enterarse, siguiendo el inveterado sectarismo de cierta izquierda española, que hace revoluciones sin confesar que las está haciendo. O quizás viva a la espera de un cambio sin darse por enterado de que va a llegar. Abunda esta mentalidad entre los más jóvenes, de entre 18 y 34 años, que es también la franja de edad que más apoya a podemitas y colegas. Dicho de otro modo, la revolución, vale, pero no demasiado cerca, y sin muchos riesgos ni fatigas.
Si Iglesias hubiera vivido hace cien años, cuando la revolución estaba a la vuelta de la esquina, no habría estado muy contento con ese apoyo tan blando y acomodaticio. En la actual situación, en cambio, es lo mejor. Lo suyo no es una confrontación abierta, ni, a pesar del caudillismo y el modo histriónico, un asalto en regla al Palacio de Oriente. Es, en cambio, una revolución postmoderna, como aquella con la que puede que sueñen el 40 por ciento de los españoles.
En particular, y esto es lo mejor de todo, sus otros colegas, los del Consejo de Ministros y los del Partido Socialista. En realidad, son estos, es decir la poderosa máquina de cultura y comunicación que manejan, los que han convencido a casi 19 millones de españoles, para que crean, o finjan creer, que el proyecto de Iglesias y sus amigos se integra perfecta y felizmente en el actual ordenamiento constitucional. Lo más indescifrable, claro está, es lo que creen Sánchez y sus gabinetes. Acaso formen parte de ese casi 40% de la población que cree que Iglesias no dice la verdad. O tal vez les gusta el planteamiento, que desarrolla, sin que Sánchez tenga que arriesgarse, tendencias arraigadas en la tradición socialista. Quizá a Sánchez y a los socialistas les dé todo igual, que es seguramente el modo en el que están parte de los españoles fake escépticos.
La Razón, 08-12-20