De aquí a dos años
En su entrevista del pasado domingo, Pablo Casado manifestaba su deseo de que el presidente del Gobierno dé por acabada la legislatura y convoque nuevas elecciones. Lo mismo vienen exponiendo los representantes de VOX, aunque esgrimiendo otra estrategia, la de la moción de censura, que esta vez habría de ir a cargo del Partido Popular. Se entienden muy bien las manifestaciones de impaciencia. El Gobierno no va a aprovechar la oportunidad que le ofrece el plan de ayuda de la UE, como ha empezado a quedar bien claro con el caso Plus Ultra y como quedó bien claro con los planes E del Gobierno Rodríguez Zapatero. Los gobiernos socialistas no han creado nunca empleo y este, una vez absorbido por el podemismo, no va a cambiar las cosas. Además, el socialismo se propone cambiar la estructura constitucional del Estado en un sentido apuntado ya desde que aceptó gobernar con separatistas y filoterroristas. Y estos cambios van a introducir elementos irreversibles, como lo es un referéndum consultivo sobre el autogobierno de Cataluña. Se entiende, por tanto, la impaciencia de los partidos de la oposición.
El PP y VOX saben, por otra parte que ni los llamamientos a la convocatoria de elecciones ni la puesta en marcha de una moción de censura van a tener el menor éxito. El último pleno del Congreso dejó bien claro que la coalición que gobierna nuestro país está instalada para durar hasta el final de la legislatura. Además de recurrir a una estrategia de desgaste y de anuncio de alternancia, los partidos de oposición habrán de pensar otra para fijar líneas de acción política en consonancia con lo que va a ocurrir de aquí a dos años.
Un punto capital de esto es comprender que no vamos a volver a ningún momento previo a las políticas de ruptura que está poniendo en marcha el PSOE, ya ensayadas en su momento por Rodríguez Zapatero. Para dentro de dos años habrá elementos nuevos en la realidad española que es preciso empezar a prever y evaluar -hay tiempo para ello- y habrá que tener preparada una estrategia que los tenga en cuenta. Para empezar, convendría dejar claro que la oposición, allí donde gobierna, está dispuesta a ocupar el poder con la misma intensidad y exhaustividad con que lo practica siempre el socialismo. Mientras no se comprenda y se haga esto, el socialismo, si es que de verdad pasa a la oposición, seguirá manteniendo los elementos suficientes como para hacer creíble su mensaje central de que la derecha no tiene legitimidad para gobernar. Y ya sabemos lo que eso quiere decir (véase el Prestige, lo que ocurrió después del 11-M, la campaña del ébola, etc.). También convendría preparar los elementos que constituirán nuevos referentes: desde qué hacer con un modelo autonómico superado hasta el estatuto de las lenguas españolas, la educación, la memoria histórico-democrática o las políticas de identidad. Y qué modelo de España se quiere frente al de la coalición gobernante. Muchas cosas por hacer, que no van a esperar.
La Razón, 06.07-21