Los peligros del amor. De «El perro del hortelano» a «La rosa del azafrán»
Estrenada con gran éxito en 1930, La rosa del azafrán se convirtió en uno de los grandes títulos del género. Ahora ha vuelto al Teatro de la Zarzuela, con una puesta en escena de Ignacio García.
La protagonista de El perro del hortelano se enamora de su criado por los celos que siente ante la relación que este mantiene con una muchacha de la casa. Queda así planteada la pregunta sobre la que gira la acción. ¿Qué viene antes, los celos o el amor? La pegunta va mucho más allá de un debate frívolo para espíritus hipersofisticados como son los personajes de la obra. También plantea un interrogante sobre la naturaleza del amor y su intrínseca dimensión trágica.
Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, dos grandes del teatro de la primera mitad del siglo XX, seguían una tradición bien establecida cuando decidieron inspirarse en El perro del hortelano para una nueva zarzuela con música del genial Jacinto Guerrero, La rosa del azafrán. Ellos mismos habían adaptado La discreta enamorada en Doña Francisquita, y Peribáñez para La villana. Era una práctica común en la época, renovada con fortuna en el reciente Caballero de Olmedo de Díez Boscovich y Pasqual.
Con El perro del hortelano, se encontraban ante una de las llamadas “comedias palatinas” de Lope, obras de asunto amoroso desarrolladas en un ambiente urbano y de clase alta. La protagonista es una aristócrata napolitana, Diana, que reina en solitario sobre una pequeña corte de criados, entre ellos un secretario, Teodoro, del que se enamorará… ¿sin quererlo? El solo nombre de la protagonista, que es el de la diosa lunar eternamente virgen, sugiere la complejidad de las referencias de Lope. Son las propias de un ambiente saturado de literatura y de filosofía amorosa, que los personajes reinventan con plena conciencia del juego, teatral, que se traen entre manos. (…)
Seguir leyendo en Ópera Actual, 01-03-24