Política de acuerdos
Habrá tenido que llegar el final de la legislatura para que aparezca con claridad una de las claves de la política del gobierno de Mariano Rajoy. Ahora parece instalada, y de modo ya definitivo, la idea de que Rajoy es un presidente abúlico que prefiere, en términos casi taoístas, el no hacer a hacer cualquier cosa. Si de verdad fuera así, no sería yo quien se lo reprochase: siempre he considerado recomendable la lectura de los taoístas y la meditación de sus enseñanzas. Ahora bien, los primeros meses de la legislatura desmintieron ya esta interpretación. El gobierno subió los impuestos, paralizó gastos, lanzó la política de saneamiento financiero y, menos de dos meses después de llegar al poder, puso en marcha mediante decreto ley la reforma laboral, que es de las grandes reformas de estos años.
El gobierno sabía que la mayoría que le respaldaba no procedía de un cambio social, sino de una coyuntura política y económica catastrófica. Ir más allá en las medidas de reformas requiere algo más que eso: requiere un apoyo social que se consigue sólo mediante la negociación y el pacto. El PSOE no ha estado dispuesto a responder a este desafío, lo que explica alguna memorable salida de tono de Rajoy en sede parlamentaria, como se dice.
Las circunstancias de este último tramo de la legislatura han variado la atmósfera política. La ofensiva independentista de los nacionalistas catalanes y los atentados de París, que descubren la extensión de la amenaza yihadista, podían haber sido la ocasión de volver a tomar decisiones en solitario, en particular pensando en las próximas elecciones. Ha ocurrido lo contrario y el gobierno ha tomado la iniciativa para liderar la respuesta convocando a cada paso a todos los que podrían estar dispuestos a sumarse a una posición de firmeza. Es un gran ejercicio de responsabilidad, de clarificación y de construcción de consensos, que es exactamente lo que necesitamos si queremos consolidar los avances en flexibilidad, productividad, internacionalización y capacidad de diálogo que la sociedad española ha conseguido en estos años de crisis. Hay muchas cosas que seguir arreglando, pero muchas de ellas ya están en la buena vía. Y la forma de continuar las reformas necesarias (más bien acuciantes) es intentar llegar a acuerdos sobre lo fundamental. Es probable que el electorado premie a quien se sume con claridad a propuestas de diálogo como las que ha hecho Mariano Rajoy en las últimas semanas.
La Razón, 17-11-15