Responsables pero intervenidos
El hijo (12 años) de una amiga no quiere salir a la calle. Le apetece, pero teme contagiarse y acabar contagiando a su madre, de la que depende. En la casa viven ella, el chico y un perrito. Así que el niño ha hecho suyo un sentido trágico de la vida que sigue siendo ajeno a algunos de los adultos que protagonizaron la primera salida de los niños. Es difícil, por supuesto. La sociedad española encarna la quintaesencia de una manera de vivir que el covid-19 ha hecho imposible, al menos de momento. El esfuerzo de disciplina y contención habrá de ser mayor que en otros lugares.
En cualquier caso, en todos ha llegado el momento –lo dijo ayer Fernando Simón- de la responsabilidad individual. Y no sólo para salvarse uno mismo, sino sobre todo para no arriesgar la salud de los demás y salvaguardar al menos una parte del bienestar al que estamos acostumbrados. No se puede poner un policía detrás de cada individuo. Nos enfrentamos a la necesidad de interiorizar nuevas normas de comportamiento: en sociedad pero también en soledad.
Esta vuelta de la responsabilidad contrasta con otra de las grandes tenencias que el covid-19 está propiciando, como es la expansión de la esfera estatal. Esta crisis no va a ser distinta de otras, desde la de 1929 a la de 2008, pasando por la Segunda Guerra Mundial y la que provocó el 11 S en las agencias de seguridad del mundo entero. En nuestro país se percibe con más fuerza porque el gobierno social peronista, y los sindicatos de clase, han visto en lo ocurrido la oportunidad de avanzar en un programa de intervencionismo masivo, desde la renta básica a la estatalización de sectores considerados estratégicos, incluso de la banca.
Sin embargo, la tendencia es general y ya se está produciendo en todo el mundo una oleada de propuestas, y también de demandas, de intervención pública. Llevan directo al final del liberalismo económico, muy tocado ya desde la crisis de 2008. Incluso quienes piensan –y no son pocos en nuestro país- que en la actual crisis uno de los principales problemas ha sido el Gobierno central, exigen una mayor actuación del Estado. Habrá que ver cómo se conjuga esto con esa mayor responsabilidad personal a la que también nos enfrentamos, como bien sabe el hijo de mi amiga.
La Razón, 28-04-20