elrubius

Ilustración: May Ray

Lo que me gusta de elrubius es lo mismo que me gustaba de los músicos y otros artistas alternativos en los 70, y lo mismo que me gustaba en las películas gore y en las comedias de los Zucker en los 80. Sin hacer comparaciones, el tono irreverente, la insolencia, el descaro. Nunca hubo mucha inocencia en estos juegos de subversión de códigos establecidos. Lo que elrubius hace con los videojuegos es algo parecido a lo que sus predecesores hicieron antes con otros géneros ya fueran literarios, musicales o cinematográficos. Y su personaje, entre español y noruego, desgarbado e histriónico, desacomplejado y un poco asocial por eso de su preferencia por quedarse en casa con sus cosas en vez de salir con los amigos, es tan bueno como cualquier otro y mejor que muchos.

 

Que la parodia de la parodia, a lo Jim Carrey, divierta o no dependerá de la perspectiva o de la edad de cada uno. El gesto en sí tampoco es muy distinto del de los dadaístas y de los grandes del pop. Tiene a su favor la falta de pretensiones, el rechazo de la dictadura del buen gusto (un vicio, dijo no sé quién) y cierto lado profesional, ordenado y pulcro, pequeño burgués (es un elogio), propio de gente que paga sus impuestos, sabe lo que cuestan las cosas y tiene bastante claro que los vídeos subidos a Youtube y la vida no son exactamente lo mismo. Tampoco pasaría nada si los propios protagonistas lo mezclan todo en algún momento. Las antiguas vanguardias naufragaron siempre en la promoción personal. Está por ver cómo se desarrolla esta generación, tan joven y algunos de ellos tan despiertos en lo económico.

Las vanguardias siempre han acabado pidiendo, o más bien exigiendo, dinero público. La causa no podía ser más noble: innovación, experimentación, riesgo. En cambio, elrubius y sus colegas no buscan ayudas públicas ni privilegios como el iva cultural. No les hacen falta. Viven naturalmente en una economía de mercado y sólo dependen de su público, es decir de la calidad y la demanda del producto. Habrá mucha gente a quien le parezca casi deleznable y otra a quien no se lo parecerá. A mí, ya lo he dicho, me divierte, aunque sea en dosis reducidas (y no aguanto bien la grosería, la verdad…). También lamento, un poco, que a elrubius no le gusten los hípsters, aunque me parece que en su tiempo me reí tanto como él con los Teletubbies.

Ha habido gente joven que se ha dado cuenta de las posibilidades de internet y que las está aprovechando. Y además, ¿no escuchamos durante tanto tiempo que los jóvenes tenían que ver menos televisión? Pues aquí están los youtubers.