Montaña rusa
Lo ocurrido en Alsasua, con la paliza a los Guardias Civiles y la exclusión social a la que se ven sometidos ellos y sus familiares revela, tanto como la deriva del “procés”, la gravedad de lo situación en nuestro país. Durante cuarenta años se ha intentado construir una democracia liberal sin nación que la sustente. Se orillaba (salvo meritorias excepciones) el cultivo de la lealtad a la nación, se exaltaban los nacionalismos como modelo de modernidad y progreso y se les concedía a estos el monopolio de la representación en sus territorios, en particular en Cataluña.
El resultado es la crisis nacional actual, el auténtico tema de este momento, aquello sobre lo que gira todo lo demás. El partido político que mejor ha entendido que ese es el eje de la vida política española ha sido Ciudadanos, y es lógico que sea Ciudadanos, a pesar de todas sus carencias, el que atraiga los votos de un electorado que constata las dificultades de los grandes partidos tradicionales para enfrentarse al asunto.
No es lo mismo PP que PSOE, claro está, y el primero puede ofrecer una ejecutoria extraordinariamente positiva en muchos aspectos, incluida la elaboración del consenso para la aplicación del 155. Los dos fallan, sin embargo, en la propuesta de un proyecto nacional inteligible, sensato, atractivo, que permita encarar con cierta seguridad el ciclo nuevo que se abrió en 2014, precedido por el inicio del “procés” en 2012, cuando quedó demostrado que la política de pactos con los nacionalistas estaba acabada.
Los sucesos de Alsasua son dignos de la Alemania de los años 30 y del País Vasco de los años de plomo. Señalan la vía de agua de la convivencia en España. Plantean la necesidad de que los partidos leales a la Constitución aclaren sus propias posiciones y alcancen un pacto que empiece a despejar una situación que va camino de convertirse, y ahora de verdad, en un nuevo 98, con las instituciones al pairo y una opinión pública subida en una montaña rusa, con momentos de euforia y otros de depresión cada vez más acelerados, más profundos y sin rumbo.
La Razón, 20-04-18
Foto: Alsasua