Música española
La noticia de la fusión en un nuevo organismo del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela ha traído una tormenta político cultural. No es demasiado considerable, pero ya se ha llevado por delante el estreno de una zarzuela de un gran compositor español vivo, Tomás Marco, algo insólito en la vida musical española. También va camino de intentar desacreditar una reunión de profesionales de la ópera la próxima semana.
Tal como se conoció la noticia, y como ha explicado Gonzalo Alonso, no parece que el proceso de fusión haya sido objeto de negociaciones serias con los responsables del Teatro de la Zarzuela. Y al asumir la defensa del proceso el propio Teatro Real, y no el Ministerio de Cultura, da la impresión de que se trata de una absorción del más pequeño por el mayor, una OPA hostil.
Nada de eso justifica algunas de las falsedades que se han vertido en estos días, en particular la de que vamos a una supuesta privatización del Teatro de la Zarzuela. Ni la salida de la Zarzuela de la competencia del INAEM, ni el modelo de financiación del Real –un teatro público que sólo se nutre en un 25% de fondos estatales- permiten hablar de privatización.
En favor de la reforma, el Teatro Real ha argumentado que así se podrá dar al género de la zarzuela la difusión que merece, en nuestro país y también fuera. Está bien, pero los responsables del Real podrían ir un poco más lejos. De tener cualquier país europeo el repertorio musical que tenemos en España, estaríamos escuchándolo una y otra vez, y con más provecho y beneficio de lo que ahora lo hacemos con los incontables valses de la no menos incontable familia Strauss, por poner un ejemplo.
El nuevo organismo, de llegar a buen puerto, se convertirá automáticamente en el adalid de la música española y habrá de asumir su responsabilidad –obligada, como teatro público de primera fila- de recuperar y fijar el repertorio español. Por ejemplo, además de programar una ópera inglesa para la reunión internacional de la próxima semana, el Real asumirá el deber de poner en escena una obra española. De “La Atlántida” a “Cádiz”, o a grandes óperas como Fernando el Emplazado, hay mucho donde escoger.
La Razón, 06-04-17