Creer o no creer
Quien esto firma no tiene la menor duda de que las encuestas están hechas con ánimo objetivo y que los errores en los que pueden llegar a incurrir no se deben a sesgos políticos. No se trata por tanto de creer o de no creer las encuestas, sino de prestar más o menos confianza, a lo que reflejan. En el caso que nos ocupa aquí, el asunto está centrado en la espectacular, casi vertiginosa, subida de Ciudadanos. La formación, que nació con el objetivo de poner freno al nacionalismo catalán, ha encontrado en el tramo final del “procés” secesionista el motor que le está impulsando en estas últimas semanas.
Entretanto, Ciudadanos había ido recogiendo el voto de un electorado joven que ha vivido de forma dramática la crisis económica, enfrentado como está a problemas y desafíos nuevos, y que ha protagonizado además la crisis de representación política. Es sin embargo la crisis nacionalista catalana la que ha puesto en el disparadero a la formación. Sea cual sea la posición que se tenga ante Ciudadanos, hay que felicitarse de esta evolución, y de la habilidad que demuestra por parte de sus líderes. Ha permitido dotar al patriotismo (español) de un aire renovado, alejado de cualquier nostalgia y ajeno por completo a las connotaciones negativas que tanto tiempo han pesado sobre él. El fenómeno Tabarnia está en la misma línea y contribuye, con su desenfado y su buen humor, a hacer visible una Cataluña –y una España- emancipadas al fin del fantasma del nacionalismo.
Sería un error, sin embargo, pensar que este impulso que lleva como en volandas a Ciudadanos es irreversible. Hay en el respaldo a la formación algo demasiado brusco, como un impulso movido por el hartazgo sin vuelta atrás ante unos hechos intolerables, por sus dimensiones política –inconstitucional y antidemocrática- y moral, tan descaradamente racista esta última con respecto a los demás españoles. Por eso su consolidación no depende sólo de Ciudadanos. Al fin y al cabo, aunque el PP haya pagado casi todos los platos rotos y los errores cometidos en estos meses, es el PP el que, con la aplicación consensuada del artículo 155 y una gran política económica, ha despejado el panorama para la actual situación, tan distinta de la de hace pocos meses.
La Razón, 17-01-18