Sobre «Sueño y destrucción de España», por Emilio Sáenz-Francés
Sobre Sueño y destrucción de España. Los nacionalistas españoles (1898-2015), por Emilio Sáenz Francés, Departamento de Relaciones Internacionales, Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE
Comillas Journal of International Relations
Es relativamente sencillo convenir que los últimos doscientos años de la historia de España encierran un debate tan tedioso como inacabable sobre España, su naturaleza, su historia y sobre la mejor forma de organización política para ella. Siempre en fase constituyente, nuestra peripecia contemporánea ha huido demasiadas veces de la reforma y la evolución sosegada, a favor de la ruptura y un idealismo sin amarras ni frenos. Hemos soñado mucho España, pero la hemos construido quizás menos.
Sueño y Destrucción de España, la última obra de José María Marco, se sitúa en el quicio del análisis de esa realidad, y se erige sin duda en uno de los estudios más sugerentes sobre la historia reciente de nuestro país publicados en los últimos años. También en uno de los más desafiantes. No en vano la tesis de José María Marco es rompedora, y viene a quebrar –y lo hace con acierto– los términos corrientes del debate político, historiográfico y filosófico sobre esa realidad llamada España, desde finales del XIX.
La narrativa tradicional sitúa la Crisis del 98 como un punto focal de nuestra historia reciente. La humillante derrota frente a los Estados Unidos llevó al surgimiento de movimientos –intelectuales y políticos– de protesta, que consideraban que lo sucedido era la muestra del agotamiento de un sistema; de un modelo político anquilosado e ineficaz, corrupto e inmoral que había provocado “el Desastre”. En efecto, los noventayochistas podrían haber hecho suyo el lamento de Hichem Djait –de otro tiempo y sobre otro lugar– pero que sintetiza bien aquella frustración percibida: “Me siento humillado por pertenecer a un Estado sin horizontes ni ambición, autoritario cuando no despótico, en donde no se halla ni ciencia, ni razón, ni belleza de la vida.” Según esa visión, España sólo podía ser salvada si era regenerada. Construida de cero sobre paramentos nuevos. En efecto, removidos los obstáculos de la historia y del presente con mano de hierro, sería posible un nuevo tiempo y un nuevo sol. Sobre eso debatieron incansablemente, sin ir más lejos, Ganivet y Unamuno en una de las polémicas más interesantes de aquella generación. La historia de España, desde entonces, habría sido la de una frustración que no cesaba, al impedir distintas fuerzas un cambio condenado al fracaso. La regeneración se negaba. El sueño era imposible. Y cuando pudo aplicarse –podemos afirmarlo con el autor– engendró monstruos.
En efecto la visión clásica es una historia tan perfecta en su maniqueísmo, como –es consecuencia lógica– limitada en su alcance. José María Marco se sitúa en ese panorama y realiza un análisis que algunos podrían tildar incluso de revolucionario. El problema no ha sido que en España que se haya negado la regeneración, sino el propio valor destructor del que esta era portadora. Para el autor, la identificación de la única España posible y deseable como aspiración apenas carente de conexión con la historia o con la realidad del momento ha sido la principal fuerza disolvente de nuestra historia reciente. En efecto, la Crisis del 98, alimentada por el auge del pensamiento nacionalista francés aupado por la III República, se desgranó, en último término, en proyectos antitéticos de ruptura que pretendían edificar una España por un lado nueva -distinta y ajena a todo lo anterior- y, por otro lado, una España necesariamente excluyente. Sólo sobreviviría –solo tendría derecho a ello– aquello que se acomodase al proyecto. El resto, caduco y desfasado, cuando no hostil y perverso, debería desaparecer. Esa es la génesis para José María Marco de un pensamiento nacionalista español basado en el exclusivismo de distintos proyectos –de izquierda y de derecha– que se han arrogado la posesión del ser de España y el mandato histórico para llevarlo a término desde finales del siglo XIX.
Para Marco, los que han sublimado el “problema de España” como la parte central de sus argumentos, y como la base para la promoción de una ruptura –traumática– con el pasado, sin distinciones ideológicas, son –todos ellos– los caudillos del nacionalismo español. Los inventores de una España que no existe y en la que los individuos que la componen pueden llegar a ser un molesto accesorio. El nacionalismo del que nos habla el autor no tiene un contenido liberal o cívico, sino que es la manifestación del pensamiento antiliberal de finales del XIX.
El autor es meridianamente claro con respecto al concepto de nacionalismo en el que se basa en su análisis. No hay lugar a frivolizaciones o segundas lecturas. En el camino, José María Marco ofrece una perspectiva novedosa y muchas veces poco complaciente de autores españoles señeros, desdibujados en sus matices por haberse elevado a los altares de la infalibilidad. José María Marco no pretende, sin duda, reescribir nuestra historia intelectual y demoler prestigios merecidos, pero sí destacar los puntos críticos de autores y corrientes de pensamiento que demasiadas veces se han considerado sagrados.
Frente al sueño destructor de España –si analizamos la obra del autor– encontramos lo que para él es una tradición alternativa, sensata y consecuente. España no como problema sino como realidad histórica, que a través de la reforma, de la evolución sosegada, de la firmeza en ciertos valores, es – con plena normalidad– una gran nación europea y una democracia consolidada. Ha afrontado retos y desafíos similares a los de sus vecinos, y ha aplicado soluciones muchas veces semejantes y ha logrado, en conclusión, lo que podríamos definir como un éxito notable. Esa es precisamente la perspectiva integradora, liberal y cívica que inspiró su “Historia Patriótica de España” (Planeta, 2011), con la que necesariamente hay que vincular “Sueño y Destrucción de España”.
Se trata sin duda de una obra llena de matices. De esas en las que muchas veces se requiere reposar la lectura. No por la complejidad de un texto que –como nos acostumbra el autor– es ameno y galano, sino por por lo novedoso y desafiante (es la justa palabra) de sus reflexiones. Un libro en definitiva fundamental de uno de nuestros ensayistas más dinámicos. José María Marco ha hecho con este libro una aportación capital a España, en su historia y en su presente.