Candidatos para una crisis
En principio, todo está claro: en estas nuevas elecciones presidenciales francesas, Marine Le Pen representa el cierre de la sociedad, el repliegue en la identidad, el recelo a la globalización y a la libertad. Macron, por su parte, es el nuevo liberalismo al mismo tiempo atractivo, abierto al mundo, europeísta y con una intensa preocupación social. Entre los dos, simbolizan el fin del antiguo reparto entre izquierda y derecha y el surgimiento de nuevas formas y nuevos valores políticos.
Está bien, sin duda, pero las cosas siempre son algo más complicadas. Y resulta que Macron está siendo –además de todo lo anterior- el candidato por defecto, como si de la sociedad francesa no pudiera surgir nadie capaz de convencer ni siquiera a la mayoría de sus propios electores. El delirante Frente Nacional, por su parte, se ha ido convirtiendo con el tiempo en una de las principales coartadas para que en Francia no cambie nunca casi nada…
En otras palabras, tanto o más que la solución –y esperemos que Macron acabe siéndolo- el social-liberal y la nacional-populista representan la crisis de unos partidos que han renunciado a reformar su país. Claro que en Francia se ha vivido y se vive muy bien. La resistencia, es decir la resistencia nueva, era esto…
La Razón, 04-05-17