Querefonte, o del patriotismo. De «Historia patriótica de España»
Del Prólogo a Historia patriótica de España
Querefonte, Menipo, Centauro
Menipo.- ¿A dónde vas tan temprano, Querefonte?
Querefonte.- ¡Menipo! Qué alegría volver a verte.
Menipo.- Es bueno encontrar a un ateniense de verdad… Sigues igual de flaco que siempre, aunque menos demacrado que de costumbre.
Querefonte.- ¿Qué te trae por Atenas justo cuando nos disponemos a entrar en guerra?
Menipo.- Sabes que he vivido mucho tiempo aquí. Estaba en Eleusis, pero ahora que las ciudades griegas han decidido hacerse la guerra unas a otras, he pensado que Atenas no es el peor de los sitios para contemplar el espectáculo. Triste espectáculo, por cierto.
Querefonte.- Lo es, sí.
Menipo.- ¿Pero a dónde te diriges tú, mi joven amigo? Parece que no vas al ágora sólo para conocer las últimas noticias. Te veo vestido con la clámide, la espada colgada del hombro y lanza en mano.
Querefonte.- Así es, Menipo, han llamado a filas a mi batallón y nos reunimos hoy para marchar al frente en formación. Como ves, de soldado de infantería.
Menipo.- A perseguir la gloria de morir por la patria.
Querefonte.- Es dulce y es honroso morir por ella. El héroe tutelar de nuestro batallón es Áyax, el más valiente de la Guerra de Troya, después de Aquiles.
Menipo.- Valiente, pero también fogoso e insensato. Imposible de encajar en los usos de la ciudad.
Querefonte.- No te burles, Menipo.
Menipo.- No me burlo. Me pregunto si el héroe tiene cabida en la ciudad. Los héroes han sido siempre cosa del pasado.
Querefonte.- Sería un honor morir por mi patria, aunque por ahora, la verdad, me conformo con defenderla y si puede ser, contribuir a su gloria.
Menipo.- Aún no llegado a Atenas, todavía en la Vía Sacra y ya estoy hablando con un patriota. Los atenienses vais siempre muy aprisa. Supongo que es una buena señal.
Querefonte.- La mejor, sin duda. ¿Qué pensarías de Atenas si te hubieras tropezado con un cobarde que anduviese huyendo de sus deberes para con la ciudad?
Menipo.- Que Atenas habría empezado a cambiar, y quizás no del todo para mal. Pero Querefonte, como conozco tu gusto por la conversación, y nos falta un rato para llegar a la Puerta Sacra, ¿por qué no me ayudas a comprender la situación? Todavía corre una brisa agradable, el sol se muestra benigno y los árboles dan buena sombra. Incluso el rocío parece que alegra el ánimo y la vista. La conversación nos ayudará a pasar un rato amable.
Querefonte.- ¿Y qué quieres saber, Menipo? Yo no soy un general de los que llaman estrategas, ni tengo responsabilidad alguna en los asuntos de la ciudad.
Menipo.- No me digas que no te interesas por la política. Después de correr a enteraros de las novedades, chismorrear y encasquetar vuestra opinión al primero que se preste a escucharos, lo que más os gusta a los atenienses es la política. (…)