Israel. El éxito de la vacunación
El cierre de “El Medio” por Facebook nos hace reflexionar, una vez más, sobre las amenazas a la libertad de expresión en el mundo actual. También nos llevan a interesarnos y a valorar los contenidos y canales censurados, así como a colaborar con ellos. Seguiremos escribiendo en las siempre hospitalarias y siempre discutidoras e insolentes páginas de nuestro “Medio”.
Cuando se habla del éxito de la campaña de vacunación en Israel, sobre todo cuando se compara con el fracaso de esa misma campaña en el resto de los países desarrollados (salvo Reino Unido, por lo menos en parte), se escucha el argumento de que Israel es un país en perpetuo estado de alerta ante una amenaza existencial. Salvadas las distancias, es lo que afirma el ensayista Ross Douthat en La sociedad decadente al explicar por qué Israel es el único país desarrollado en el que crece la natalidad: la sociedad israelí, perpetuamente movilizada, no se arredra ante la disciplina y el esfuerzo.
Sin duda es así, pero lo que debemos intentar comprender es por qué los israelíes aceptan ese grado de movilización, esa misma disciplina y ese esfuerzo que están, sin duda, en el trasfondo del éxito de la campaña de vacunación.
El escritor Daniel Gordis describía en un artículo reciente el ambiente que se encontró en el centro de vacunación al que acudió. En vez del caos habitual que daba por descontado (la sociedad israelí no es particularmente proclive al orden ni a la racionalidad), encontró un recinto bien organizado, bien señalizado, con un funcionamiento rápido y, además, humano. A alguien se le había ocurrido repartir libros infantiles, en aquel recinto en el que los niños tenían vetada la entrada… para que los posibles abuelos se los regalaran a sus nietos a los que seguramente no veían desde hacía meses.
Gordis, que echa de menos el espíritu de otros tiempos, habla de la recuperación del viejo Israel, un país en el que prevalecía el vínculo comunitario, en el que todos formaban parte de una unidad y todos participaban, cada uno a su manera, de una historia y un objetivo. Al final, el escritor reconoce, por haberlo visto en acción, que ese espíritu sigue vivo, y que ahí reside buena parte del secreto del éxito de Israel.
La start-up nation, como se la denominado, se ha convertido en la Vaccination nation. No es lo que se llama un gran hallazgo literario, pero dice bien cómo una sociedad compuesta de personas acostumbradas a pensar en términos empresariales de coste beneficio, de iniciativa y autonomía individual, de responsabilidad, de oportunidades y de evaluación de riesgos se convierte casi naturalmente -el casi es importante- en una sociedad que admitiría mal un fracaso en una cuestión, como esta, de vida o muerte. (Para apreciar la distancia, se recordará que en nuestro país el responsable de la trágica gestión de la epidemia acaba de ganar unas elecciones.)…
Seguir leyendo en El Medio, 17-02-21