Abascal y los «buenos españoles»
En su intervención en La Razón, Santiago Abascal dijo que en vez de transversalidad, prefería hablar de patriotismo. Es una buena opción. Se aleja de la asepsia propia de la politología, que no le corresponde como político. Define un espacio central, porque la mejor definición del centro debería ser la nación, aquello sobre lo que debería ser posible llegar a los consensos más amplios. Y plantea una exigencia, olvidada en la política actual, en particular en la española, como es el amor al propio país, en nuestro caso España.
Hablando de España, dice Gregorio Luri en su excelente ensayo sobre La imaginación conservadora, que “nosotros” somos los que amamos España. Habrá quien no ame a España, e incluso quien la deteste. No por eso deja de ser español, claro está. Ahora bien, quien sienta eso hacia su país se margina de esa mayoría que constituye la comunidad política y que desea ver a su país prosperar y avanzar, por muy distinto que pueda ser el significado de estos términos para cada cual.
Evidentemente, Vox no es un partido de centro, pero ese solo presupuesto indica lo lejos que está del radicalismo de los partidos populistas del resto de Europa y de Podemos y afines. Las posiciones de Vox pueden ser de fondo, como acabar con el Estado de las Autonomías, pero a diferencia de lo que ocurre con otras formaciones, no hay una formulación excluyente de lo que es ser español.
Lo que sí hubo en la intervención en La Razón fue una exigencia clara de que España volviera a ser el marco fundamental de la vida política. Por eso tiene razón Abascal cuando dice que Vox es, por ahora, tanto o más un hecho cultural que un partido político. Y lo que plantea afecta a todos, incluidos a aquellos que no tienen nada que ver con sus propuestas. Lo demuestra la concentración de Colón, que reunió a todos los que quieren volver a ver España en el centro de la acción política, y las reacciones, que van del bulo al desprecio y las lecciones de patriotismo. Aquí todos son españoles, menos los que aman a su país y lo dicen. Muy tolerante, integrador y transversal. Se comprende la fuerza con la que Abascal y su partido han irrumpido en la vida política.
La Razón, 22-02-19