Ciudadanos liberales
Albert Rivera y su equipo se han dado cuenta de que en el mundo en el que estamos entrando la izquierda no tiene el menor interés para nadie. Han sido lo bastante inteligentes como para convencer a su partido que la realidad obliga a dejar atrás cualquier referencia al socialismo, incluida la socialdemocracia.
A partir de aquí se agrava, sin embargo, un problema que Ciudadanos arrastra desde el principio. Se trata del peligro de encerrarse en un sector reducido de la ciudadanía: una minoría selecta, consciente de serlo e incluso contenta de verse a sí misma como tal, los happy few del regeneracionismo.
Por eso, la palabra liberalismo será una trampa si no se gestiona con mucha inteligencia. Y no bastará para ello que el PP, alérgico a la ideología por razones nada irrelevantes, pueda ser definido, aunque no sin dificultades, como conservador. Habrá que convencer al electorado de la seriedad de una propuesta de la que a partir de ahora se espera que apueste por el crecimiento económico como prioridad absoluta. De otro modo, la famosa regeneración habrá quedado en proponerse como el Sagasta que los socialistas no supieron ser. No es poco, dirán algunos. Y es verdad que no lo es, en muchos sentidos.
La Razón, 05-02-17
Ilustración: caricatura de Sagasta.