Coalición. Líneas de ruptura de una acción política

La novedad de un gobierno de coalición va a traer aparejada también a necesidad de contemplar la política gubernamental de otra manera. Más allá del reparto de carteras, habrá que empezar a ver cuáles son las líneas de ruptura y, teniendo en  cuenta la importancia que los dos participantes dan a la imagen pública, los temas sobre los que las divergencias, y sobre todo los posibles acuerdos, pueden ser más llamativos –y más peligrosos. Aquí van algunas de ellos.

Reforma laboral

A un gobierno de coalición PSOE – Podemos le quedan pocas excusas para no emprender la contrarreforma laboral que llevan preconizando desde que se promulgó, a principios de 2012. Entonces las primeras medidas, en particular las que aflojaban al control de los sindicatos sobre los convenios, provocaron una inmediata recuperación del empleo. Es previsible que la contrarreforma obtenga un efecto similar, al revés. En un panorama general de menor crecimiento, y sin haber continuado las reformas que habrían incrementado la productividad y permitido superar la dualidad de nuestra economía, no sería de extrañar que la tendencia al crecimiento en el empleo variara muy pronto.

Impuestos y presión fiscal

Rajoy subió los impuestos en el momento más duro de la crisis, cuando el Estado español estaba a punto de quebrar. En cuanto pudo, empezó a reducirlos. Ahora, cuando ya la crisis ha quedado atrás, Sánchez se dispone a subirlos en 5.654 millones. También prevé una subida de ingresos equivalente a unos 26.000 millones de euros a finales de 2022. Los primeros provienen de nuevos impuestos, los otros del aumento de la actividad económica. Lo único seguro en esta apuesta es que aumentará una presión fiscal que asfixia a muchos autónomos y pequeños empresarios.

Monarquía

Sánchez no va a poner en cuestión la institución de la Corona por mucho republicanismo de boquilla que exhiban los socialistas y aún más sus posibles socios de Podemos. A lo mejor, incluso, la proximidad de un republicanismo tan teatral como el de los podemitas le infunde un nuevo sentimiento monárquico, que aumentaría, en caso de producirse, las renovadas paciencia y prudencia que va a tener que demostrar a la Corona. Pero es muy posible que asistamos a una nueva oleada de gestos antimonárquicos en todas las instituciones locales y autonómicas controladas por la izquierda.

Venezuela

El podemismo en el gobierno introduce un sesgo sumamente favorable al gobierno de Maduro en Venezuela y, en general, al populismo en América Latina. Es difícil saber hasta dónde llegará esta disposición a la admiración y al apoyo, pero no parece arriesgado imaginar que aquí se jugará una batalla más o menos sorda en la nueva coalición, y que Podemos tiene bastantes papeletas para inclinar la balanza hacia esas democracias “iliberales” que tanto admira en Hispanoamérica, y que tan cruciales han sido en su crecimiento y su implantación aquí.

Política exterior

Ya no estamos en los buenos tiempos en los que la ola de la indignación llevaba a Podemos a un discurso contrario a la Unión Europea, pero es probable que introduzca –no sin el apoyo socialista- elementos que nos alejen del núcleo duro de la Unión en vez de llevarnos a participar cada vez más en la toma de decisiones: gasto, déficit, deuda… todo eso debilita la posición de España. Si a eso le añadimos los incentivos que van a conseguir las embajadas autonómicas y nacionalistas para intensificar su propaganda contra España, resulta bastante verosímil afirmar que entramos en una etapa de debilitamiento de nuestra posición exterior.

Memoria histórica y “relato”

Para compensar lo anterior, no sería de descartar que el gobierno estrene alguna forma de nacionalismo español, como en tiempos de la Segunda República, incluida la Guerra. Sería la segunda parte de la Memoria histórica, que incluiría la elaboración de un nuevo “relato” nacional. Nacional… hasta cierto punto, porque si este tiene que incluir la diversidad de perspectivas y de formas de ser español que se han dado en la historia de nuestro país, aquel que se nos viene encima tiene todas las posibilidades de ser lo que la “Memoria histórica” ha sido hasta ahora: activismo falsificador y excluyente, con consecuencias políticas inmediatas.

España batasunizada

Ya antes de la formación de Gobierno, tenemos un ejemplo de lo que va a ser su política. Es el caso de Navarra, donde los socialistas han propiciado la operación de desbancar a Navarra Suma para gobernar de acuerdo con Bildu. Será el modelo de la gestión de Sánchez en aquellas Comunidades en las que la presencia de nacionalistas permite evitar que los constitucionalistas gobiernen, aunque hayan ganado las elecciones. Después de la aplicación del 155 en Cataluña y de las consecuencias procesales del golpe de Estado, el independentismo empieza a estar agotado. Pues bien, en este mismo momento Sánchez se dispone a imaginar –desde la Moncloa- una nueva España gobernada por los batasunos y sus amigos.

La Razón, 23-07-19