Estado democrático y judío
Hace pocas semanas la Knesset, el Parlamento israelí, aprobó la ley que define oficialmente a Israel como “el Estado Nación del pueblo judío”. Ha provocado un escándalo considerable, en Israel y fuera del país, por considerarse que ponía en duda los derechos de los no judíos en particular los de palestinos, pero también los de los drusos, sin problemas hasta ahora.
Para entender el alcance de la ley, conviene tener en cuenta que Israel no tiene Constitución escrita. Este papel lo juegan las llamadas Leyes Fundamentales o Básicas, a la que esta nueva se incorpora ahora, más difíciles de derogar que las demás. Es en el conjunto de estas Leyes Fundamentales donde la nueva ley cobra sentido, y es en ellas donde se garantiza, como en cualquier otra democracia, la inviolabilidad de los derechos de los ciudadanos por cualquier razón, incluida la religión. Tampoco es la primera vez que se habla de “Estado judío”. Se viene haciendo desde el nacimiento del Estado de Israel y la expresión “Estado democrático y judío” aparece en otras Leyes Básicas referidas a los derechos humanos.
Dos han sido las disposiciones controvertidas. Una declara el hebreo lengua oficial de Israel: es una disposición común en muchos Estados democráticos, incluido el español. No significa que se vayan a dejar de hablar otras lenguas. Lo que sí prohíbe la nueva ley es cualquier proceso de autodeterminación a grupos de población no judíos: una trivialidad, en realidad, que apunta a la repercusión que está teniendo el proceso independentista catalán. (La capitalidad de Jerusalén, que la ley refrenda también, es una vieja polémica que los israelíes dan por zanjada.)
La piedra de escándalo en este asunto viene, más que todo lo anterior, de que un Estado se declare al mismo tiempo “judío y democrático”, es decir dote de contenido histórico y cultural, que en el caso israelí es en buena medida religioso, a la realidad estatal, puramente política. Es un asunto fascinante como pocos y los israelíes ofrecen, como suelen hacer, soluciones interesantes y audaces.
La Razón, 10-08-18