Traducción y traductores en el Quijote (4)

En Traducción e interpretación: Estudios, perspectivas y enseñanzas. Dedicado a los profesores Beverly Rising y Christopher Waddington. José Manuel Sáenz Rotko, coord. Madrid, UPCO, 2012.

 

Traducción en el Quijote (1)

Traducción en el Quijote (2)

Traducción en el Quijote (3)

 

La traducción y el proyecto de Cervantes

En esta disposición narrativa la traducción interviene explícitamente en una ocasión e implícitamente en dos. No hay razones para poner en duda la propiedad de la traducción, que nadie discute nunca, salvo en la última aparición del traductor en boca de los lectores innominados. Hasta ahí la traducción se da por buena. El traductor se ha ganado honradamente sus dos arrobas de pasas y sus dos fanegas de trigo. Incluso ha intervenido para precisar algunos puntos que parecían dudosos y se ha hecho por tanto acreedor del agradecimiento del segundo autor –y del lector- por su profesionalidad.

La traducción en el Quijote no va por tanto relacionada de por sí con la falta de veracidad.[1] No más, al menos, que cualquier otra actividad humana, en particular con aquellas que tenga que ver con el relato o la reconstrucción de la realidad o de lo percibido como tal. El trasladar de una a lengua a otra no es un eslabón más débil que otro en la larga cadena que une la realidad a la fantasía, pasando por el relato, incluido el relato “histórico”. El problema es distinto: ¿qué parte de la realidad humana es aquella sobre la que no se proyecta la fantasía? En el mismo Quijote hay, entre otros mucho, un ejemplo extraordinario de “traducción inversa”, por así decirlo, cuando Sancho Panza, habiendo olvidado el texto de la carta de Don Quijote a Dulcinea, la traslada a la lengua rústica que es la suya. (I, 26,) Anticipa así, en dirección contraria, la escena en la que engaña a su señor presentándole a tres labradoras del Toboso como si fueran Dulcinea encantada, lo que lo convierte en uno de los grandes fabuladores de los muchos que pueblan las páginas del Quijote, es decir casi todos los personajes excepto el cura de los duques, que se niega a participar en la farsa que le preparan al hidalgo, y el muchacho pobre que se va a la guerra (II, 24).

La traducción, como volverá a serlo de otro modo en el Persiles, es en el Quijote uno de los recursos por los que la realidad se nos revela (ya que no puede ser conocida de otro modo, como no podemos leer la historia de don Quijote sin el traductor) y al mismo tiempo se nos aleja sin remedio. Es un recurso modesto pero con alguna importancia. Aumentan su relevancia el mundo en el que vivió Cervantes -de notable riqueza lingüística-, el tipo de literatura que le gustaba -una literatura atenida a la realidad más próxima, pero también idealizadora y cosmopolita- y, claro está, la naturaleza de la propia creación literaria cervantina. La traducción es uno de los instrumentos puestos en juego por Cervantes para poner a prueba su empresa de idealización total de la realidad, que en el Quijote alcanza su momento de crisis y de realización.[2] Y la traducción, aunque modestamente, contribuyó al éxito de Cervantes en esa aventura.

 

Bibliografía

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-Barnés, Antonio, “Traducción y tradición clásica en el Quijote”, Estudios Clásicos (2010), nº 138, pp. 49-72.

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-García Yebra, Valentín, “El “Quijote y la traducción”, Panace@, vol. VI, nº 21-22, septiembre-diciembre 2005. http://medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n_21-22_tribuna_GarciaYebra.pdf

-Haley, George, ed., El Quijote, Madrid, Taurus, 1980.

-Moner, Michel “Cervantes y la traducción”, Nueva Revista de Filología Hispánica (NRFH), XXXVIII (1990), nº 2, pp. 513-524.

-Presberg, Charles D., “‘Yo sé quién soy’: Don Quixote, Don Diego de Miranda and the

Paradox of Self-Knowledge”, en http://www.h-net.org/~cervantes/csa/articf94/presberg.pdf

-Ruiz Casanova, José Francisco, Aproximación a una historia de la traducción en España, Madrid. Madrid, Cátedra, 2000.

-Snodgrass El Saffar, Ruth. “La unción del narrador ficticio en don Quijote”, en G. Haley (1980: pp. 288-299)

-Spitzer, Leo, “Perspectivismo lingüístico en el Quijote”, en Lingüística e historia literaria. Madrid, Gredos, 1955, pp. 135-187.

-Spitzer, L., “Sobre el significado de Don Quijote”, en G. Haley, ed. (1980: pp. 387-401)

-Trujillo, José Ramón, “La traducción en Cervantes: lengua literaria y conciencia de autoría”, Edad de Oro, XXIII (2004), pp. 161-197.

http://cvc.cervantes.es/obref/quijote_antologia/spitzer.htm

-Wardropper, Bruce W., “Don Quijote: ¿Ficción o historia?”, en George Haley, ed., (1980), pp. 237-252.

 

[1] Michel Moner insiste en la “imagen poco halagüeña del intérprete, cuya figura, igual que la del traductor, aparece, una vez más, relacionada con el engaño, la trampa y la estafa.” Michel Moner (1990: p. 519).

[2] Sobre la naturaleza de este proyecto, relacionado con la afirmación al mismo tiempo del arte y la religión cristiana, Leo Spitzer (1955) y en Haley, G., ed. (1980). Sobre la afirmación de la realidad en el Quijote, Erich Auerbach (1987: pp. 314-339)