A los 150 años del estreno de «Carmen». Una tragedia española

Para el estreno de Carmen en la Opéra-Comique de París, en 1875, estaba previsto que Carmen terminara casada con Escamillo. Y es que un final trágico no encajaba con lo que el público esperaba en aquel teatro. Fue Célestine Galli-Marié, la mezzo que estrenó el papel, la que impuso la fidelidad al desenlace de Mérimée. A cambio, y para moralizar un poco toda aquella truculencia, incorporaron a Micaela con sus trenzas, sus castos besos maternales y la evocación del país natal. La ópera es el arte de lo sublime, pero casi nunca se atiene a un mínimo de seriedad.
No fue el único cambio que sufrió la novelita de Mérimée, obra corta pero nada sencilla. Como era de esperar, los muy experimentados libretistas Henri Meilhac y Ludovic Halévy suprimieron tres de las cuatro partes de la que consta la obra. En la primera el narrador cuenta un -precioso- viaje por Andalucía, donde conoce a José Navarro, bandolero legendario, joven y atractivo. La segunda parte se desarrolla en Córdoba y pone en escena el encuentro del mismo narrador con Carmen, una joven gitana que sale de bañarse desnuda en el Guadalquivir y que resulta ser la amante de José. En la cuarta parte, el propio Mérimée se lanza a algunas disquisiciones pseudo eruditas sobre la lengua de los gitanos, al ser este, el de la vida gitana, el tema que la novelita quería ilustrar.
Queda la tercera parte de la obra, que es aquella en la que se concentraron los libretistas y el músico. Se desarrolla en un calabozo, también en Córdoba, donde el propio José Navarro cuenta al narrador su historia, su apasionado amor por Carmen y cómo y por qué llegó a matarla. Este será, sin calabozo ni narrador, el asunto de la ópera. A pesar de la poda, quedó mucho del espíritu de la obra original. (…)
Seguir leyendo en Ópera Actual, 01-03-25