El gran estilo de Piotr Beczala
Después de su memorable recital en homenaje a Kraus del 2014, y del no menos atractivo Fausto de 2018, el gran Piotr Beczala volvió al Teatro Real. Lo ha hecho con un repertorio definitivamente renovado, aunque en alternancia con las arias de compositores polacos, tan queridas por el tenor, hermosas evocaciones líricas que nos devuelven, con otros colores, al repertorio primero del que en su momento fue un prodigioso tenor lírico.
En cuanto a las novedades, Beczala, con una voz ensanchada, más oscura y más dramática, propia de un lírico spinto, aborda ya todo el repertorio verista, del que dio un recital soberbio. Y sin embargo, y a pesar de alguna pequeña libertad, Beczala lo canta con la misma ortodoxia con la que abordaba el repertorio francés o italiano: la misma tersura, la misma limpieza en la emisión, la misma línea de canto de una fluidez y una naturalidad absoluta, la mismo control de los reguladores, la misma brillantez en los agudos. A veces, como en el “Nessun dorma”, parece resultar algo frío, pero no es exactamente así: lo que hace es traer la extrovertida expresividad verista a su terreno y cincelarla con gusto y estilo, como demostró la espectacular y límpida versión de “Come un bel dì di maggio” (Andrea Chénier) con la que empezó, apostando fuerte, el concierto. Precioso de intensidad poética el “Donna non vidi mai” (Manon Lescaut), conseguida gracias a la pura belleza de la voz, densa y empastada, y al control de la emisión. Y muy atractivo, y sin el menor rastro de demagogia canora o sobreactuación expresiva, la peligrosa “Mamma, quel vino è generoso” (Cavalleria rusticana). (…)
Ópera Actual, 03-05-21