El gran arte de Lise Davidsen
Después de dos recitales con piano, en el Real y en la Zarzuela, por fin la gran Lise Davidsen se presentó en Madrid con acompañamiento de orquesta y un programa, dedicado a Verdi y a Strauss, a la medida de su voz y de su arte extraordinario. Arrancó, sin más preámbulos, con “Pace, pace mio Dio”, de La forza del destino, una forma, tal vez, de situarse en un ambiente español. Lo hizo con la limpieza que le es característica, atacando la primera nota sin la menor vacilación, con esa seguridad extraordinaria que dirige la voz directamente a la raíz de la emoción musical. El dominio técnico es tan apabullante en Davidsen que, aunque el oyente quede maravillado ante la lección de canto a la que está asistiendo, todo pasa a segundo plano, tras el predominio absoluto de la expresión artística.
Vinieron luego “Morrò, ma prima in grazia” de Un ballo y la “Canción del sauce” y el “Ave María” de Otello. En realidad, tres plegarias verdianas en las que el instrumento tan grande, tan imponente como el de Davidsen se pliega a las muy delicadas variaciones en la manifestación del dolor más íntimo: desde el amor manifestado en forma de desesperación de Leonora hasta la oración conmovedora, humilde -y también enamorada- de Desdémona (vertiginoso el cambio desde el registro en piano, casi hablado, al desbordamiento de emoción con la subida inmediata) y la resignada y luminosa súplica de Amelia. Con tal dominio de la psicología de sus personajes, y reinventándolos desde una vocalidad sin límites en las dinámicas, el legato y la respiración, Davidsen ya ha empezado a hacer historia en la interpretación de Verdi.
El registro cambió del todo en la segunda parte, al encarnar la soprano noruega uno de los papeles más peligrosos del repertorio, como es el de Salomé. Y no sólo por las dificultades que presenta. También porque ofrece la tentación de deslizarse por el histrionismo en una ópera que es, antes que nada, y como la obra de Wilde en la que se basa, una provocación. Pues bien, Davidsen descartó desde la primera nota ese camino y ofreció una Salomé creíble, en la que el deseo insatisfecho -magníficos graves-, la histeria y la pura maldad, hasta lo repulsivo, componen el retrato, muy moderno, de una mujer joven que consigue satisfacer hasta sus deseos más delirantes, excepto el único que cuenta. Fabuloso retrato. (…)
MADRID, TEATRO REAL, Lise Davidsen. Obras de Giuseppe Verdi y Richard Strauss. Elissa Pfaender. Orquesta Titular del Teatro Real. Dir.: José Miguel Pérez-Sierra. 7 de enero de 2024.
Seguir leyendo en Ópera Actual, 08-01-24