El legado de Sánchez
La cultura política de nuestros días es muy aficionada a los aniversarios. Pocas veces como en estos días se habrán celebrado tantos, y tan significativos.
Uno es el primer cumpleaños del gobierno que Pedro Sánchez escogió hace 365 días, apartando a grandes nombres ya abrasados, y optando por la frescura, como suele decirse, de caras jóvenes y poco conocidas. El cumple ha coincidido con el 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, complicado por el pacto del PSOE con los herederos de ETA para sacar adelante su Ley de Memoria Democrática. También hace pocos días conocimos el comunicado que sella la “paz” en “Catalunya” mediante el reconocimiento, por parte del Gobierno central, de la existencia de un “conflicto político” entre esa región y España. Y por si todo esto fuera poco, hemos asistido al intento de dinamitar, desde dentro pero sin duda con el visto bueno de Sánchez, lo que queda del podemismo con el fin de refundar un “espacio” más amable y sonriente (para el PSOE) con la ministra de Trabajo al frente.
De todo esta avalancha se deduce, en primer lugar, el crudo pragmatismo de Sánchez, demostrado en la crisis de hace un año, en la maniobra contra sus propios socios de extrema izquierda y en la constatación de que el nacionalismo hegemónico es ya el nacionalismo radical: el de Bildu en el País Vasco y el de ERC en Cataluña. La apuesta es estratégica, evidentemente, y permite ver la gran línea que prevalecerá, si no lo remedia algún milagro, de aquí a las próximas elecciones: un PSOE cada vez más inconsistente, sustituida la antigua organización por el liderazgo omnipotente de Sánchez rodeado de figuras insignificantes; alejamiento de la ultraizquierda populista, sobre cuyas cenizas se intenta un experimento funambulesco para ganar tiempo… Y, lo que justifica todo lo anterior, un cambio que se quiere -y lo puede ser- irreversible sobre la estructura del Estado y la forma o la idea misma de nuestro país. La Ley de Memoria Democrática atañe, antes que nada, a la identidad española. Es lo que Sánchez espera culminar pronto. Y lo que formará su gran legado histórico.
La Razón, 11-07-22