El voto de los jóvenes
La gente joven, los llamados “millennials” y asimilados, tiende a no votar al Partido Popular y casi tan poco al Partido Socialista. Parecía una tendencia española, hasta que se han conocido los resultados de las primeras votaciones de las primarias norteamericanas. Resulta que al menos en el campo demócrata, los jóvenes se decantan en masa por el socialista (el adjetivo es suyo) Bernie Sanders, mientras que los votantes de su rival Hillary Clinton son, en general, de más edad. (Por si no fuera bastante con esto, el parecido afecta también a la grey universitaria: buena parte de los votantes del yankee socialista son académicos…)
Una vez sentada la analogía juvenil, podemos ver qué es lo que está ocurriendo entre la gente joven estadounidense para ver si encontramos algún dato relevante que nos permita entender lo que está ocurriendo en nuestro país. Una encuesta del año 2014 (de la Reason Foundation, 2.000 jóvenes entrevistados) llegó a la conclusión de que los jóvenes están a favor de un Estado de bienestar importante… siempre que no cueste dinero. También están muy a favor de un gobierno pequeño, o controlado, a menos que alguno de los programas estatales que les interesa se vea afectado por los recortes. Y no prestan el menor crédito a los políticos, pero tienen en la más alta estima al Congreso.
El autor de un artículo que comentó estos resultados los resumió diciendo que las ideas políticas de los jóvenes no tienen el menor sentido. Quizá este vivir en la inopia provenga de una situación particular. Esta generación es, sin duda, aquella en la que más se ha invertido (en educación, en sanidad, en movilidad e incluso en ocio…: de hecho, se les ha pagado todo y por eso se habla de ella como de la generación mejor preparada de la Historia). También es una de las que tropieza con más dificultades a la hora de encontrar trabajo, ya sea porque no está dispuesta a aceptar empleos que considera inferiores, o bien por las brutales barreras que los empleados fijos, y mayores, han levantado contra ellos: desde el salario mínimo a la rigidez, las dificultades en el despido o la sindicalización. Claro que eso no impide a los jóvenes votar en un sentido muy preciso, que es justamente aquel que les impedirá encontrar trabajo. Alguien añadirá: y seguir quejándose mientras siguen viviendo de los demás. Al final, casi todo encaja.
La Razón, 05-02-16E