Inmigración. Populismo y demagogia
La del Open Armas ha sido una crisis artificial, montada sobre un gigantesco despliegue propagandístico. Hoy se hace política con agendas de comunicación en vez de programas y acciones, y en los medios y las redes sociales en vez de en las instituciones y la administración.
En cuanto a la inmigración en el Mediterráneo, desde el año 2015, cuando sí que se desencadenó una auténtica crisis de refugiados huidos de la Guerra de Siria, la Unión Europea y los países de la UE han adoptado una serie de medidas a corto, medio y largo plazo, desde los acuerdos con los países africanos, otros con los países del sur del Mediterráneo, además de medidas de control en el mar, como la Operación Sophia.
El efecto ha sido el desplome –en un 30% este año- en la llegada de inmigrantes ilegales por mar. Según la OIM (Organización de las Naciones Unidas para las Migraciones) el país en el que más aumentó en 2018 fue España (65.000 en 2018), aunque ha vuelto a bajar a 14.680 en lo que va de año. Si bien se discute la realidad del “efecto llamada”, no es descartable que las causas estén, además del cierre de las otras vías mediterráneas, en la acogida demagógica de los inmigrantes del Aquarius por el Gobierno Sánchez. Por lo demás, los inmigrantes ilegales llegados a España plantean desafíos de recepción, identificación, acogida y reubicación que al gobierno no parecen interesarles.
El desplome casi general en el número de inmigrantes ilegales no significa que la inmigración haya dejado de ser un problema. Hay realidades graves que solucionar, como la concentración en guetos o la escolaridad y hay, como demuestra un estudio reciente de “Cuadernos de Pensamiento Político”, fantasías que deshacer, como el hecho de que la opinión pública percibe que en cada país hay bastantes más inmigrantes de los que realmente hay, como también cree que hay más musulmanes.
Así que una situación en la que se combinan el recuerdo de lo ocurrido en 2015, los recelos y la inseguridad tras la crisis, está abonada para que políticos populistas y demagógicos la manipulen a su conveniencia. Comparar como se ha hecho a la vicepresidenta del gobierno español con Salvini es sin duda una ocurrencia poco brillante, pero relacionar el fondo y la intención de las dos políticas no lo es tanto. Los españoles lo han hecho muy bien con la inmigración, pero parece que todo vale para destrozarlo.
La Razón, 27-09-19