Una Constitución para el PSOE
La evolución del voto en Cataluña desde 1982 hasta 2012demuestra, sin la menor duda, que el respaldo del electorado a las opciones separatistas no ha crecido. Era del 33,6 % en 1084 y fue del 32,1 en 2012. Los resultados de la macroconsulta festiva lo corroboran. Un treinta por ciento de los catalanes están nacionalizados –lo que es mucho, sin duda alguna-, pero un 70 por ciento no lo está. Entre estos hay muchos que piensan que la situación requiere una acción concertada para desbloquear la situación. Ahora bien, no quieren romper con España. Son tan catalanes como españoles. Tras cuarenta años de “procès”, con todos los recursos de la Generalidad a su servicio, el nacionalismo no ha conseguido nacionalizar la sociedad catalana. Y no lo va a conseguir.
El PSOE, por su parte, se enfrenta a la imposibilidad de volver a gobernar España en solitario. Uno de los obstáculos son los compañeros de Podemos, fruto lógico del cinismo radical de los socialistas, que les ha hecho perder cualquier credibilidad. Otro es la incapacidad para imaginar y proponer un proyecto de nación española. Los socialistas –en general la izquierda española- no consiguen asimilar la idea de nación española. Por eso optan por la vía de la “reforma constitucional”, con una palabra mágica a modo de guinda, el “federalismo”. No se sabe lo que quiere decir federalismo para los socialistas. Peor aún, es lícito sospechar que el uso del término responde a su carácter tabú en la historia política española, en particular en el centro derecha. Al PSOE no le importa saber –como sabe a la perfección- que el “federalismo” no solucionará los problemas derivados del nacionalismo, que no se contentará con un ajuste constitucional. Lo que quieren los socialistas es imponer un trágala que siembre la división en la derecha y les devuelva la iniciativa perdida.
Así que la propuesta de una reforma constitucional no responde a un cambio en la sociedad española. Responde a la imposibilidad de algunas grandes fuerzas políticas –socialistas y nacionalistas – para cambiar la realidad española a su gusto. España no es como debe ser, según el PSOE y los nacionalistas. Es lo que Ortega llamaba la raíz de la utopía y que consideraba lo más peligroso de todo, en especial en política. Evidentemente, la reforma de la Constitución puede ser aceptable y deseable en otras circunstancias. En las actuales, lo mejor que se puede hacer es mantenerse firme en la defensa del texto constitucional.
La Razón, 18-11-14