Sánchez en pie de guerra
Parece haberse instalado en la opinión, en particular la opinión publicada, porque la otra anda intentando huir del calor, la idea de que el proyecto de Sánchez está quebrado y que después de unas casi catastróficas elecciones municipales y autonómicas, el PSOE morderá el polvo a consecuencia de la inflación, los pactos con separatistas y filoetarras, y toda una serie de despropósitos político-culturales relacionados con la deriva woke, o podemita, del nuevo PSOE. Es posible que así sea, pero tal vez sería mejor no caer tan pronto en lo que los angloparlantes llaman “wishful thinking”, que es algo así una versión moderna del muy clásico cuento de la lechera.
No está nada claro, en primer lugar, que el PSOE de Sánchez esté destinado a una derrota. El giro izquierdista amagado después del debate sobre el estado de la Nación se consolidará después de las “vacaciones” del presidente. Sánchez intentará consolidar posiciones en sectores muy importantes de la población, en particular los funcionarios (en cabeza en la creación de empleo), los pensionistas y los jóvenes. Y aunque se quede lejos de la mayoría absoluta, tampoco hay que descartar que el PP quede en una situación similar en la que el PSOE podrá contar con todas las minorías nacionalistas, separatistas y localistas para ayudarle.
Por otra parte, incluso si el PP consigue una mayoría suficiente o -en el mejor de los casos para los populares- una absoluta, los problemas para poner en marcha una nueva política serán gigantescos. Sánchez no se va a rendir de aquí a las elecciones generales, como hizo Rodríguez Zapatero el 10 de mayo de 2011. Va a proseguir una política populista, por un lado, y destinada a poner en marcha su Estado plurinacional, por otro. Tiene un año y medio para generar una situación casi imposible de revertir. Quienes aspiran a relevar al PSOE tienen por tanto que pensar en lo que hacer a partir de ahí, no en lo que habrían hecho hoy, y mucho menos en lo que se podría haber hecho en una situación previa, imposible de restaurar. Todo eso sin contar con que a las minas sembradas en esta legislatura se añadirá una oposición frontal y beligerante.