¿Un judío en la Casa Blanca?
Por primera vez en la historia de Estados Unido un judío tiene posibilidades de alcanzar la Presidencia. (Cuando Joseph Lieberman quiso presentarse en 2004, no obtuvo el respaldo de la comunidad judía.) También por primera vez concurren, en primera línea, una mujer y dos hispanos. Y es sorprendente que el candidato más aparentemente excéntrico de estas elecciones resulte ser también el que encarna al antiguo “tipo” norteamericano: varón blanco protestante.
Sea lo que sea, Bernie Sanders, que partía con el apoyo de los profesores universitarios, se ha ganado a los jóvenes y se está ganando a las mujeres… En un tablero de identidades fragmentadas, el judaísmo no le está perjudicando, tal vez al revés. Sanders juega con esa imagen clásica, y al parecer bienvenida en el profundo cambio político que se está produciendo en todo el mundo, del veterano socialista que no renuncia a su causa, noble a pesar de todo.
Esto no le ha ahorrado preguntas acerca de una posible doble nacionalidad (Sanders no es israelí, obviamente) y su “sionismo”. De esta última cuestión se zafa como puede dada la connotación que ha cobrado el término en los últimos años. Como también era de esperar, le persigue la pregunta acerca de su posición ante Israel.
No resulta muy original, la verdad. Sanders, que no es un fan de Netanyahu, preconiza la continuidad del apoyo de Estados Unidos a Israel y abomina de la violencia venga de donde venga. También es favorable a la solución de los dos Estados y últimamente, ha respaldado el acuerdo con Irán sobre energía nuclear. No hay por qué dudar que es sincero en todo esto. También es la posición más fácil, a pesar de algunos tropiezos coyunturales, y la que mejor se adapta a sus apoyos sociales, los posibles y los ya conseguidos.
No siendo la política exterior su punto fuerte, tampoco pone en peligro la continuidad de la relación con Israel aunque le gustaría menos apoyo en defensa y más gasto en ayuda al conjunto de la región. En el fondo, el candidato judío es el que preconiza una posición más distante en la relación de Estados Unidos con Israel. Una paradoja más de las muchas a las que estamos asistiendo. (…)
Seguir leyendo en El Medio, 23-02-16
Ilustración: Sanders en el papel de un rabino en una película de 1999.